Chimbote: Personajes de ayer y hoy

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VICTOR NOLBERTO UNYÉN VELEZMORO

Victor Nolberto Unyén Velezmoro, nació en Chimbote el 22 de enero de 1943; sus padres Nolberto y Victoria; casado con Dany Kuzma, y padre de Milagritos Magaly, Víctor Bratzo y Hudson Svranko. Sus estudios primarios los realizó en la escuela "Montessori", y en la Prevocacional 313; sus estudios secundarios los hizo en el C.N. "San Pedro" y la superior en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UNT, de la que egresó como Presidente de Promoción en 1966.
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Foto: Facebook Feliciano Ruiz
Delegado Provincial de Farmacia (1976); Químico farmacéutico, Maestro, Escritor y poeta, incursiona en el periodismo. Autor de una serie de libros que han merecido el reconocimiento de la crítica especializada. Director fundador del Instituto Nacional de Cultura, Filial Chimbote (1977); preside la Casa del Poeta, Filial Chimbote; Director Zonal del Ministerio de Industria y Turísmo (1982); Vicepresidente de la confederación de poetas Perú - Bolivianos; Jurado de la letra del Himno de Chimbote (1984).

Profesor Honorario de la Universidad Nacional del Santa (1993); Obtiene un título honorario de Doctor en Literatura otorgado por la World Academy of Arts and Culture, con sede en Estados Unidos, entregado en el XV World Congress of Poets 1994 de Taipei, República de China.

El último ensayo publicado por Victor Unyén Velezmoro está titulado "Monumentos arqueológicos en la Provincia del Santa" (1999). Basado con documentos importantes e investigación científica. El autor nos demuestra en seis capítulos; monumentos históricos santeños, a las culturas andinas y su arqueología en la Provincia del Santa. También participó representando al Perú en el 19 Congreso Mundial de Poetas realizado en Acapulco, México, en octubre de 1,999.
 

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BERNABÉ ZÚÑIGA QUIRÓZ

Notaría Zúñiga​

Bernabé Zúñiga Quiróz, nació el 11 de Junio de 1,925 en el Distrito de Cotaparaco, Provincia de Recuay, Departamento de Ancash, contrajo matrimonio con doña Luz Rodríguez Soto, en donde tuvieron siete hijos: César, Clara, Bernabé, Esther, Violeta, José y Juan; su carrera profesional como notario la inició en la Provincia de Casma, luego postuló para notario en la Ciudad de Chimbote en 1,966; inaugurando su primera oficina el 10 de Junio de ese mismo año en el Jr. Saenz Peña No 273.
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Foto: Bernabé Zúñiga Rodriguez
Después de algunos años se trasladó a la sexta cuadra de la Av. Francisco Bolognesi (hoy Banco Latino). Trasladó nuevamente su local a la esquina de Enrique Palacios y Leoncio Prado "Edificio el Prado", para finalmente ubicarse en sus amplias y modernas oficinas en Enrique Palacios No 152.

Contando en su momento con una amplia red de computadoras, lo que le permitía realizar con prontitud diversos trabajos notariales, dando a entender que era la notaría que cuenta con el servicio más sofisticado y asesoría notarial en todo el Departamento de Ancash.

Don Berna, como acostumbraban a decirle sus miles de clientes, ocupó también cargos importantes en el ámbito social, es así que en 1990-1991, fué elegido Presidente del Rotary Club de Chimbote, desempeñando una buena gestión dentro de su periodo.

El distinguido notario brindó trabajo a alrededor de 30 familias las cuales con árduo trabajo, esmero y eficiencia, demostraron ser la notaría más importante de la Región.
 

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JUAN CHIRI CABRERA

Quien no va recordar a este personaje, el decano de los canillitas de Chimbote. Nacido en el Callao el 24 de junio de 1919, el señor Juan Chiri llegó a Chimbote en 1950 cuando la ciudad limitaba por el Sur hasta el jirón Balta y por el Este hasta la altura de lo que hoy es el jirón derteáno "...todo el resto eran chacras, totorales y arenales..." recuerda este personaje.
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Foto: Internet
El antiguo Mercado Modelo, construído mayormente de madera, se llamaba en ese entonces "La Jaula" debido a su gran parecido con esta armazón.

Aquí fue donde Juan Chiri se inició, vendiendo objetos de losa. Era el año 1953, cuando a este personaje y a los aproximadamente 200 vendedores los reubicaron temporalmente en el terreno, lo cual es hoy el Colegio Nacional "Victor Andrés Belaunde". Fué allá donde Juan Chiri empezó el negocio de periódicos y revistas.

En el año 1956 se terminó la construcción del nuevo mercado modelo, todo era de material noble, una vez trasladados, fué ahi donde el señor Juan Chiri amplió su negocio con la venta de papel sellado, timbres y algunos formularios legales, los cuales sacaban de apuro a cuantos tramitadores que llegaban a diario.

Más adelante inició su servicio de "tipeo y redacción" de oficios y solicitudes. Falleció en la ciudad de Lima a los 86 años de edad, sus restos permanecen en el cementerio de Huachipa. Cabe destacar que don Juan Chiri es parte de este pequeño capítulo en la historia de Chimbote.
 

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FEDERICO JUAN CASTRO RAMÍREZ EL RECORDADO Y QUERIDO "CATITA"

“¿Cuánto te has sacado en tu paso”? O, para ser más exacto: “¿Cuato te a tacao tu pato?” me preguntó “Catita” aquel mediodía de 1971. Los alumnos de la Escuela Primaria Nº 3151 de San Isidro habíamos salido a nuestras casas para almorzar y luego regresar a la segunda parte del doble turno de aquellos tiempos.

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Natalia Romero y su esposo Fernando Navarrete, junto a “Catita”.
Año 1980 (Foto: Cortesía de la familia Romero Bernuy)
Y ahí estaba él, parado en la esquina de la avenida Aviación y la calle Huáscar, con su saco de cuadernos en la mano y repitiendo la misma pregunta a cada estudiante.

Fue la primera vez que me habló, aunque yo ya lo conocía porque él, para entonces, era un personaje ampliamente popular en los barrios del puerto de Chimbote.

Inés Romero Bernuy tenía catorce años de edad cuando el 19 de Marzo de 1963 arribó a la estación general de trenes del jirón Olaya de Chimbote. Llegó con toda su familia. Sus padres habían decidido mudarse desde Sihuas a este puerto para que sus siete hijos pudieran realizar sus estudios secundarios.

Cargaron sus bultos y se dirigieron a la casa nueva, ubicada a cuadra y media del terminal del tren: La novena cuadra del jirón Pizarro.

Con ellos vino también “La Muruquita”, una buena mujer que vivió con la familia desde que tuvo doce años de edad.
El 26 de Septiembre de 1950, en una humilde vivienda que hoy corresponde al lote A 17 de la Calle San Martín en el barrio 12 de Octubre, doña América Ramírez Mattos dio a luz a un bebé varón, sería el primero de un total de ocho varones y cinco mujeres que con el tiempo llegaría a tener en sus dos compromisos.

El bebé primogénito recibió el nombre y apellido de su padre, don Federico Castro. Su nombre completo fue Federico Juan Castro Ramírez, pero en las calles de Chimbote todo el mundo lo llegaría a conocer, simplemente, como "El Loco Catita".

Con anterioridad a aquel mediodía de 1971 había visto a “Catita” por distintas partes de Chimbote, pero en forma especial y más seguido lo veía en la novena cuadra de Pizarro.

Mi padre tenía un depósito de gaseosas y cerveza, y con mis hermanos mayores manejábamos un triciclo para surtir los negocios de los barrios vecinos.

Era así que llegábamos con regularidad a esta cuadra de Pizarro para atender los pedidos de la tienda de los Mujica Chávez, la cual quedaba junto a un taller de planchado de autos que, a su vez, también era sede del Conjunto Rítmico “Los Beltons” de don Ángel Laguna Ruiz.

"CATITA" frecuentaba ambos lugares, con su saco de cuadernos en la mano y llevando con el pie el ritmo de la música de los “chancalatas”.

Poco después de su arribo a Chimbote, Inés empezó la secundaria en el Colegio Inmaculada de La Merced ubicado, en ese tiempo, en la primera cuadra del jirón Alfonso Ugarte. Y un buen día de 1963 “Catita” irrumpió en la formación escolar. Algunas alumnas corrieron de miedo pero Inés no se asustó, pues ambos ya eran amigos.

Se habían conocido en la novena cuadra de Pizarro. Entonces, “Catita” tenía trece años de edad y con la familia de Inés había iniciado una amistad que con el paso del tiempo devendría entrañable.

"CATITA" fue un bebé sano cuando nació, pero al año se enfermó con meningitis, mal que le generó un retraso mental que marcaría su vida para siempre. Creció y se hizo adulto, aunque en realidad nunca dejó de ser un niño.

No hizo estudios primarios y a los diez años dejó su casa y salió de vagabundo por las calles de Chimbote.
Poco tiempo después se estableció en la novena cuadra de Pizarro, sin embargo este hecho no alteró su índole de caminante pertinaz.

Los rigores del clima nunca amilanaron el paso ligero de sus pies descalzos y encallecidos. Como suele suceder en muchos pueblos, Chimbote ha tenido diversos "LOCOS", pero "CATITA" fue mi favorito. Siempre me fascinó su vida. Incluso, en la secundaria escribí una breve composición sobre él con motivo de una tarea escolar.

Lo recuerdo alto, moreno, de barriga y trasero prominentes. Un niño grande con lenguaje limitado a frases cortas, pero amigable y profundamente interesado en libros y cuadernos. Se apostaba a la entrada de las escuelas y a los estudiantes les pedía un cuaderno, o les preguntaba por sus exámenes.

Fue el "Loco" más bueno que he conocido en mi vida, inocente en el buen sentido de la palabra, y tierno como el pan recién salido del horno. La novena cuadra de Pizarro fue su casa, pero la vivienda de Inés fue su hogar. En esta casa diariamente recibía comida y atenciones.

Realizaba su aseo personal e, incluso, la familia le rasuraba y cortaba el cabello. También dormía aquí, aunque a veces lo hacía en la vereda del otro lado, frente a la casa de doña Blanca Ascoy de Martínez, siempre sobre cartones, pues nunca aceptó colchones. La familia de Inés vio por su salud cuando se enfermaba.

Debido a su vida de vagabundo en ocasiones regresaba a casa con heridas y una vez lo hizo con el brazo roto, los vecinos propiciaron una colecta y reunieron el dinero para su curación en el Hospital La Caleta.

Un día de 1972, doña América, su mamá, quiso llevarlo de la novena cuadra de Pizarro a su casa del barrio La Victoria, pero “Catita” rehusó la propuesta materna. “La Muruquita” es un personaje importante en esta historia. Su nombre fue Humberta.

Vivió con los Romero Bernuy desde niña hasta el final de su existencia, ayudaba en los quehaceres domésticos y la crianza de los hijos y nietos. En cierto punto de su vida fue bautizada y adoptó los apellidos de don Abrahan Romero Cadenillas, padre de Inés.

Interesante es saber que “La Muruquita” fue sordomuda, y en sus horas de complicidad con Inés crearon su propio lenguaje de señas para comunicarse.

Así, “La Muruquita”, Inés y el nuevo “lenguaje" facilitaron no sólo la comunicación con “Catita”, sino también la gran amistad que se estableció con toda la familia. Cuando “Catita” era un niño, en su barrio inicialmente lo llamaron “Castrito”, en alusión a que llevaba el nombre y apellido de su padre, don Federico Castro.

No faltaron vecinos que para provocar una respuesta le preguntaban, ¿cómo te llamas? Y el buen Federico junior tratando de decir “Castrito, en su media lengua respondía “Catita”. De esta manera nació el sobrenombre de “Loco Catita” con el que se le conoció en todo Chimbote.

“Catita” fue un niño grande hasta el final sus días, dedicó su vida a coleccionar cuadernos, llegando a tener unos cuarenta sacos repletos de éstos a los que arrancaba las hojas escritas y conservaba las blancas. Los almacenaba al fondo del corral de la familia de Inés.

Aparte de la obsesión por los cuadernos, hay un lado poco conocido en la vida de “Catita” : En casa de Inés ayudaba con puntualidad haciendo mandados, como la compra de panca y alfalfa para los cuyes. Lavaba su plato y ordenaba los cartones donde dormía.

Se ofrecía a cargar bultos del mercado. Y de aquí llevaba comida para “Rinti” y “Tina”, dos perros que había en la casa, los cuales le amaron mucho. “Eto pa’ la pela” (“Ésto es para los perros”), decía siempre.

Fue conocedor del buen café y lo disfrutaba diariamente. Como por lo general no reía, usaba este detalle para “canjear” carcajadas por café. Un día de 1996 los Rodríguez Montes, parientes y vecinos de Inés, tuvieron la necesidad de construir su casa y este proyecto incluía el área donde “Catita” almacenaba sus cuadernos, razón por la cual fueron removidos del lugar.

Lamentablemente, “Catita” se resintió y distanció de la casa de Inés y de la novena cuadra de Pizarro… aunque volvía siempre para disfrutar de un buen café. Tres años más tarde falleció.

Dejó este mundo el 28 de Marzo de 1999 atropellado por un taxi “Tico” en la avenida Pardo de Chimbote.

Estuve en Perú hace unas semanas, y aproveché mi estadía en Chimbote para ir al Cementerio Divino Maestro a dejar un cuaderno para “Catita”. Al antiguo caminante descalzo lo encontré descansando en el Pabellón Santa Lucía A 13. Me dio mucha alegría volver a estar cerca de él. Pude conversarle y rezar una oración. Sentí que la inscripción de su lápida era perfecta :

“YO NO HE MUERTO, SÓLO ESTOY DORMIDO, MORIRÉ EL DÍA QUE DEJEN DE VENIR A VERME ”.

Al finalizar estos apuntes, dejo aquí una inquietud : ¿Sería posible que las autoridades de Chimbote declaren la fecha del nacimiento o fallecimiento de "Catita" como “el día del cuaderno”?.

Y, tal vez, alguna institución tutelar podría recolectar cuadernos ese día para destinarlos a algún pueblo joven o escuela que los necesite. Más que el valor material de la iniciativa preservaríamos el valor moral de aquel "loco" nuestro : Estudiante eterno que en la puerta de las escuelas nos pedía un cuaderno, o nos preguntaba “¿Cuato te a tacao tu pato?”

Texto : Eduardo Quevedo Serrano del Blog Confesiones a un Árbol.
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