El miedo es una emoción adaptativa que sirve para movilizar energía y así enfrentar una amenaza potencial. Se trata de la respuesta natural ante una posible amenaza, bien sea real o percibida. Sirve para alertarnos sobre posibles peligros ante los que debemos reaccionar y nos ayuda a tomar las precauciones necesarias para no sufrir daños.
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Foto: cottonbro
Como todas las emociones, tiene un objetivo vital adaptativo, ya que nos informa sobre la situación y nos impulsa a actuar al movilizar nuestros recursos para la acción. Debemos tener claro, por tanto, que cualquier emoción es adaptativa en intensidades moderadas; pero si esta es excesiva, se convierte en un problema emocional con el que debemos lidiar.

El miedo es un estado emocional que si se manifiesta de forma extrema o desproporcionada puede desencadenar alteraciones a nivel fisiológico y emocional hasta afectar la calidad de vida de las personas. También en estos casos puede tener efectos perjudiciales tanto a nivel individual (problemas de salud mental, por ejemplo, fobia y ansiedad) como a nivel social (crisis de pánico, problemas de conducta, impulsividad, xenofobia, entre otros).

Roxana Elisa Urquiza Zavaleta, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad César Vallejo, manifiesta que cuando una crisis afecta la vida de las personas y las comunidades, como es la situación de pandemia del COVID-19, es probable que se produzcan elevados niveles de estrés. “La adversidad es un factor de riesgo bien establecido para los problemas mentales a corto y largo plazo. La angustia que sufren las personas es comprensible dado el impacto de la pandemia en la vida de la gente”, expresó la docente Urquiza.

“Durante la emergencia por el COVID-19, las personas han tenido y tienen miedo a infectarse, morir y perder familiares. Al mismo tiempo, muchas personas han perdido sus medios de vida o están en peligro de perderlos, han quedado socialmente aisladas y separadas de sus seres queridos y, en algunos países, han estado sometidas a confinamientos aplicados de forma drástica.

En esas épocas, la violencia en el hogar contra las mujeres y niñas ha ido en aumento. La desinformación generalizada sobre el virus, las medidas de prevención y la profunda incertidumbre sobre el futuro ha ocasionado que diversos países registren niveles más elevados de lo normal de síntomas de depresión y ansiedad”, reitera la especialista.

Para hacer frente a los factores estresantes y superar los miedos, se ha identificado que algunas personas recurrieron a distintos mecanismos nocivos, como el consumo de alcohol, drogas o tabaco, o dedicaron más tiempo a comportamientos potencialmente adictivos, como las apuestas en línea; pero también se ha observado que muchas de ellas han realizado actividades socialmente adecuadas que les ayudó a sobrellevar el estado de aislamiento.

Así, cada persona vive las emociones de una forma particular en función de sus experiencias, creencias y respuestas previas. Algunas de las reacciones que generan las emociones son innatas, mientras que otras se aprenden a través de la observación. De ahí la importancia de expresar y manejarlas adecuadamente, no solo por su efecto en nuestras vidas sino también por el modelo que con ellas transmitimos, en especial a los más pequeños.

Precisamente, frente a esta situación límite, se hace imprescindible tener un adecuado conocimiento de los mecanismos de gestión emocional y de manejo de pensamientos distorsionados, orientado a potenciar nuestros recursos y minimizar el impacto emocional y las consecuencias que, a nivel psicológico, pueda tener sobre nosotros. Al respecto, nuestra especialista brindó algunas recomendaciones:
  • Cada persona debe aprender a analizar los pensamientos que le invaden, definir si son reales o son creados por la situación de la pandemia, cuidarse de la información que escucha, ya que, lejos de ayudar a la persona a que pueda afrontar con tranquilidad la situación del virus, genera una reacción de alerta continua, por lo cual debe seleccionar cuáles son los medios de comunicación que brinda información veraz, segura y fiable.
  • La persona debe tratar de compartir sus inquietudes y emociones con sus allegados, eso le va a servir como mecanismo de liberación y de un punto de vista diferente al suyo.
  • Aceptar sentir la emoción del miedo y sentirse en algún momento sobrepasado por este es normal, esto ayudará a poner en práctica los mecanismos de afrontamiento y a poner más atención y tratar de hacer las cosas mejor. Todos necesitamos también un momento para expresar lo que sentimos y, si necesitamos llorar para liberarnos de la tensión, es importante que lo hagamos porque es una forma de canalizar y dar salida a nuestros temores.
  • Hay que tratar de mantener una actitud positiva frente a la situación, hay momentos difíciles en el transcurso de la vida. Plantearse pequeñas metas día a día, centrarse en el aquí y ahora; debemos concéntranos también en las cosas buenas que tenemos, a darles valor a lo realmente importante, nuestra familia, nuestra casa, nuestros amigos.
  • Proyectarse a futuro en lo que se va a realizar cuando todo esto se solucione, establecer qué aprendizaje ha quedado de lo vivido. Hay que procurar mantener buenos hábitos alimenticios, de aseo, de actividad física en casa y de sueño.
  • Participar en iniciativas solidarias que estén a nuestro alcance o realizar actividades de ocio y entretenimiento en casa conectados a colectivos a través de videoconferencia o redes sociales.
Finalmente, todas estas acciones compartidas incrementan la sensación de pertenencia y acompañamiento; de hecho, es normal y saludable tener miedos, ya que son respuestas emocionales del cerebro ante diversas situaciones que podrían causarnos problemas. Así evitamos exponernos a lo que puede resultar peligroso.